HAGALE COMO QUIERA O QUEJESE CON EL PATRON

Para evitar el robo de combustible al usuario, las gasolineras del país tendrían que cambiar unas 30 mil bombas de despacho. informó José Rodrigo Roque Díaz, subprocurador de verificación de la profeco.
Notas como esta se hicieron frecuentes durante el transcurso del año 2006.
Y es que en el año 2005 los legisladores federales aprobaron una reforma a la miscelánea fiscal en la cual el articulo 31,párrafo tercero de la ley de impuesto sobre la renta estableció que todos los contribuyentes que incluyan consumo de combustibles para vehículos marítimos, aéreos y terrestres dentro de sus gastos deducibles tendrían que utilizar como medio de pago cheques nominativos, tarjetas de crédito, débito o monederos electrónicos autorizados por el SAT (sistema de administración tributaria)
Esta medida que tenía como origen continuar beneficiando al deshonesto sistema bancario mexicano, afectó coyunturalmente a otro de los más enraizados vicios que la propia corrupción tiene en nuestro país: las estaciones despachadoras de gasolina.
Para nadie es un secreto que estos centros distribuidores, otorgados en forma selectiva y secreta a los serviles del poder político del momento, han trabajado históricamente amparados en la más absoluta impunidad vendiendo gasolina y sus derivados con porcentajes de ganancia marcados a su libre arbitrio, pues si bien es cierto que los combustibles están sujetos a precios oficiales para nadie ha sido disimulado nunca que las bombas despachadoras son fácilmente manipuladas para expender un litraje y marcar otro totalmente diferente, desde luego en perjuicio de los consumidores en proporciones que oscilan entre el 10 y el 25 % en casos extremos. La impunidad a la que hacemos referencia podía llegar a puntos de tragicomedia cuando algún usuario molesto reclamaba y los despachadores responden burlonamente “pues hágale como quiera, o reclamale al patrón”.
Así, los legisladores federales en ejercicio en el año 2005, pusieron sin quererlo en un verdadero brete a los comerciantes de combustible, pues si los usuarios pagaban masivamente con plásticos de fácil seguimiento, donde se acomodaron los porcentajes “sobrantes” a cada litro expendido. Peor aún, los legisladores en cuestión olvidaron que desde el sexenio de Miguel de la Madrid muchos políticos perdieron la “forma” y se han convertido en hombres de negocios con el dinero obtenido de sus sacrificios por la nación y numerosos de ellos son prósperos gasolineros hasta la presente fecha.
Hasta aquí podría parecer que finalmente el ganador de este desvarío legislativo es el consumidor de gasolina; pero no fue así. La torpeza reglamentaria no previo formas y métodos de tal manera que el supuesto beneficio ciudadano se transformo en una estación más del vía crucis para pagar impuestos, más aún el difícil acceso a los medios de pago enlistados en la reforma inhibieron la deducibilidad del pago de combustible, el sistema bancario-fiel a su tradición- intentó el cobro de comisiones exorbitantes y todo se volvió un mar de quejas y amparos lo que permitió que entre los dimes y diretes se conocieran algunas de las componendas entre los ínclitos diputados y los bancos, los gasolineros, los político/comerciantes y demás.
Algo quedó, y esto fue, la creciente costumbre de pedir factura por el combustible obtenido en las estaciones de servicio y esta acción fue mostrando automáticamente a los usuarios el fenomenal desfalco del que somos víctimas en cada compra. Los clamores ciudadanos se hicieron más fuertes y para paliar el asunto la profeco inició la verificación de bombas expendedoras,(misteriosamente antes del inicio de este operativo, casi todas las máquinas en cuestión ostentaban una calcomanía de verificado) y “descubrieron” que gran parte de ellas estaban alteradas. En algunos estados se inició el operativo “Usuario Simulado” con resultados que no sorprendieron a nadie y que trajeron como consecuencia acciones de tibieza extrema que no impactaron realmente en el lucrativo negocio de “robo de combustible al usuario final” y si, por el contrario, hoy nos encontramos en casi todo el país que el servicio de aire, agua y sanitarios que eran obligados y gratuitos en las gasolineras son ahora en caso de existir, de pago obligatorio y si usted se queja el empleado le dirá: hágale como quiera o quéjese con el patrón.
AAP.Playa del Carmen, Q Roo, miércoles, 10 de enero de 2007

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